11 de junio de 2011

La reforma desde adentro


Los nuevos desarrollos tecnológicos, la emergencia de nuevos mercados con cientos de millones de personas y la valorización económica del producto intelectual nos brindan una oportunidad histórica de reconvertir nuestro modelo productivo. 

Los límites a nuestro crecimiento están a la vista: carencia de recursos humanos calificados, infraestructura física y digital desactualizada y costosa, insuficiente creación de empresas innovadoras y una brecha creciente entre la calidad y el costo de los servicios públicos. Alcanzar un nivel más alto de prosperidad requerirá superar estas limitaciones, muy particularmente reparar nuestro disfuncional sistema educativo. 

Existe un amplio consenso sobre que nuestro sistema educativo fracasa en sus misiones principales que son enseñar e igualar oportunidades. La mejora de los niveles de aprendizaje y la expansión de las oportunidades educativas es parte ineludible de cualquier proyecto de modernización de nuestro país dado que en nuestra época la educación es el principal igualador social.

Expandir las oportunidades de acceso al aprendizaje es una estrategia más efectiva y sostenible para mejorar la equidad y facilitar la movilidad social que las transferencias incondicionales de recursos, las redistribuciones de ingresos a través del sistema tributario o el reparto de empleos estatales, medidas utilizadas históricamente en nuestro país, con efímeros resultados. 



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